(Por Javier Manzano Franco) No todo lo que atrae es bueno, pero sí es cierto que cuando una atracción resuena en el alma con pureza y constancia puede ser un reflejo de la vocación que Dios ha sembrado en ti, no para perderte en lo exótico ni olvidar tus raíces, sino para servir mejor desde tu lugar en el mundo. Sumergirse en lo que nos atrae no significa disolverse, sino entregarse con sentido. Si hay una tradición, una labor o una Causa que te reclama desde dentro y que eleva tu espíritu, ennoblece tus costumbres y te hace más fiel a tu Historia y a tu Patria, no lo ignores: Dios habla también por esos caminos. Hoy, pregúntate con sinceridad: ¿qué te ha atraído desde siempre con fuerza silenciosa? Si ves en ello el eco de una vocación, sumérgete; no para perderte, sino para cumplir el designio que se te ha confiado. Sólo quien está enraizado puede abrirse al mundo sin traicionarse.
Descubre lo que te atrae desde tu raíz y sumérgete en ello con fidelidad
